El técnico del conjunto local, José Ramón Sandoval, introdujo varios cambios en el once inicial para evitar lesiones por la gran acumulación de partidos que supone jugar tres partidos en una semana. Por ello, el Rayito salió al campo con Raúl Bravo, Labaka, Trashorras y Delibasic como caras nuevas en el once inicial sustituyendo a Casado, Movilla, Tamudo y al tocado Arribas. El Rayo salió con ansias de robarle el balón al Levante y lo consiguió, aunque sin mucha frescura de ideas. Delibasic gozó de la primera ocasión clara del partido al poder rematar fácilmente un centro al que no llegó inexplicablemente. Tras esa acción y sin apenas haber dado señales de vida, el Levante encontró el punto débil del Rayo en la noche de ayer: el lateral de Raúl Bravo. Desde ahí llegarían las jugadas más claras del primer tiempo y desde ahí llegó el gol granota: centro de Koné al primer palo donde esperaba Valdo para introducir el esférico en la portería defendida por Dani Jiménez. El estadio se quedó en silencio ante la inexplicable situación. El Rayo sufrió el golpe y siguió intentándolo, aunque sin la fluidez en el centro del campo que Movilla le otorga al conjunto franjirrojo. Así, sin explicación alguna y sin apenas perturbar a Dani, el Levante botaría un saque de esquina que remató Ballesteros pese al gran marcaje que Jordi le hacía. Sinceramente, debe ser complicado defender en un córner a un tipo con semejante envergadura. El 0-2 sentó como un jarro de agua fría al conjunto local, que no se creía lo que estaba ocurriendo. El Rayo seguía dominando la posesión del balón pero apenas conseguía profundizar a través de la defensa del Levante, dispuesta a defender ese resultado como fuese. De hecho, Michu se quejó de un manotazo y Juanlu algo muy bonito no le tuvo que decir a Delibasic para que éste le empujara, creando una tangana que se resolvería con tarjeta para el delantero serbio. No quito méritos a un rocoso Levante que defendió muy bien, con unas líneas muy juntas, pero creo que no son formas de intentar ganar a un equipo nada sucio que tan solo trata de jugar al fútbol. El primer tiempo acabó y todo el estadio aplaudió en el descanso al mesías Movilla, que salió a calentar, esperándo que con el mediocentro en el campo las cosas cambiaran.
Sandoval tiró de valentía e introdujo dos cambios: quitó a un deficiente Raúl Bravo para dar paso a Pacheco y dio entrada a Movilla, quitando a Labaka. El planteamiento de Sandoval fue totalmente ofensivo, sacando tan sólo tres hombres atrás: Jordi, Tito y Botelho. El segundo tiempo fue un quiero y no puedo vallecano, que veía que pese a tener al Levante encerrado en tres cuartas partes del campo y gozar de un altísimo porcentaje de posesión apenas generaban ocasiones de gol. Sandoval trató de cambiar esa poca profundidad y acierto sacando a Tamudo en sustitución de un Trashorras que no apareció y que no jugó con la intensidad que el partido exigió. Tamudo logró que el Rayo jugara más profundo, cayendo constantemente a banda mientras Delibasic fijaba a los centrales. Tuvo la mejor jugada del partido en sus botas, recortando a dos defensas desde la línea de fondo y lanzando un algo flojo disparo que buscaba el segundo palo, pero Munúa se interpuso esta vez entre Tamudo y el gol. Casi lo vuelve a conseguir en el gol rayista, ya que detuvo el penalti que sufrió y lanzó Tamudo, pero esta vez el rechace le cayó al "9" vallecano que la empujó dentro de la portería a placer. El estadio rugió más que nunca tratando de llevar en volandas a su equipo hacia la remontada. Con el 1-2 en el marcador y el Rayo echado al ataque, el árbitro entró en escena al expulsar con roja directa a Botelho por una supuesta agresión a Ballesteros. Como Botelho, yo tampoco entiendo como un jugador como el brasileño puede lograr tumbar a un jugador de 1,88 de altura y casi 100 kg de peso con semejante virulencia. El Rayo con 10 siguió al ataque ante la rocosa defensa levantina hasta el último minuto sin lograr alterar el resultado.
Finalmente, los tres puntos viajan a Valencia y dejan a un Rayo Vallecano con 5 puntos de 12 posibles con el pensamiento de que igual merecieron alguno más durante estas cuatro jornadas pasadas.
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